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jueves, 15 de marzo de 2018

Entrevista a Mirta Iglesias: "El aborto es una cuestión de poder"

Mirta Iglesias del Río, ginecóloga e histórica militante por los derechos de las mujeres en Puerto Madryn dialogó con Infoleaks y remarcó que “las mujeres de los barrios marginales son victimizadas por el sistema y luego revictimizadas en los hospitales, las comisarías y las oficinas públicas”.

El pasado 6 de marzo se presentó en el Congreso Nacional el proyecto de Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE), impulsado por la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito. La de los pañuelos verdes, sí. Se trata de la séptima presentación que se hace para lograr la despenalización. Esta vez, con el aval de setenta firmas, la iniciativa batió récords. Si bien es cierto que en algunos ámbitos feministas el debate y la incorporación del tema a la agenda política han sido recibidos con moderado optimismo, la desconfianza se hace presente entre las organizaciones que luchan desde hace largo tiempo.



¿Por qué es necesario despenalizar el aborto en Argentina? 

 En realidad en nuestro país el aborto es legal. Porque, de acuerdo al artículo 86 del Código Penal, cualquier mujer que tenga un problema de salud debería poder realizarse un aborto. Dentro de la salud entra lo físico, lo psíquico, lo emocional y lo social, por definición de las Naciones Unidas. Pero esta información no la tienen las mujeres. Sobre todo, las que menos información tienen son las mujeres de los barrios marginales, económicamente menos pudientes, analfabetas, desposeídas, que además de ser más víctimas que las mujeres de clase media para arriba, son victimizadas por el sistema y luego revictimizadas en los hospitales, las comisarías y las oficinas públicas.

Y cuando hablamos de las muertes por abortos clandestinos, ¿hablamos de la muerte de esas mujeres?

Son la mayor cantidad de mujeres que se arriesgan a abortar clandestinamente. Yo hablo desde mi experiencia en consultorio privado al que a veces estas mujeres acceden por intermedio de una obra social, o desde las historias registradas en el hospital veinte o treinta años atrás, que pasaba lo mismo que ahora, o peor. Hay mujeres que te dicen que prefieren morir, que prefieren meterse una aguja de tejer antes que llevar adelante un embarazo al que están obligadas socialmente.

¿Vos creés que éste es el momento histórico para que en la Argentina se dé un serio debate y luego la aprobación de esta ley?

¡No, de ninguna manera! Yo creo que hay intereses creados. Están preparando el terreno políticamente para el año que viene. Se hace el distraído el presidente Macri, plantea una posición de “no me importa” creyendo que es muy democrático decir que se discuta, como si papá nos diera la autorización para poder discutir el tema.

Volviendo al carácter legal del aborto, mucha gente se sorprende cuando planteás que esto es así.

Claro, lo que pasa es que no es seguro. No es seguro que te lo vayan a hacer. Porque vos concurrís al hospital con todos estos argumentos, que son reales y que tienen razón de ser, y te vas a encontrar con profesionales de la salud que no te realizan el aborto.

La famosa objeción de conciencia es la conocida también como “doble moral”, ¿no? 

Sí, o la moralina. Pero en el ámbito de la salud pública no se puede apelar a la objeción de conciencia, porque la responsabilidad es brindar el servicio público como a la gente le corresponde. 

Si un médico o médica entra al sistema de salud pública, ¿podría apelar a la objeción de conciencia para no practicar un aborto? 

No, en tocoginecología no podrías, o no deberías. Como no deberías ser cirujano o hemoterapista, por decir algo ridículo, si sos Testigo de Jehová. Es decir, vos no podés ser prestador/a de salud si no prestás salud. Y ése es un problema de salud pública.

La cuestión del poder 

Para Iglesias, es fundamental ir más allá de la relación de poder entre médicos y pacientes de bajos recursos, e incluir el hecho de ser mujer en el marco de esta desigualdad. “La gente no lo sabe, entonces no lo va a reclamar. Y cuanto más marginal es, con menos poder se siente. Y si es mujer, peor: con menos poder se siente para enfrentar a un médico. Por eso la decisión del aborto es una cuestión de poder. Es una monstruosidad.”

¿Entonces por qué se busca la despenalización del aborto? 

Por varias razones: primero, para que tengan acceso todas las personas; segundo, para que nadie se plante a decir que son objetores de conciencia… u objetoras, porque también hay mujeres que son patriarcales; y para que, además de eso, no haya temores por parte de profesionales de la salud, que hoy por hoy se arriesgan a juicios o inhabilitaciones por el simple hecho de cumplir la ley, cuando tendría que ser al revés.

Legalidad vs. Obligatoriedad 

La discusión sobre la despenalización del aborto generalmente va acompañada de un error de interpretación casi automático. ¿Es posible que mujeres que desean ser madres crean que si se legaliza la interrupción voluntaria del embarazo el sistema las obligará a no avanzar con la gestación? Así parece.

Para ellas, podríamos intentar aquí un resumen del espíritu de la ley: que las mujeres que desean ser madres lo hagan, pero que nadie las obligue, o que puedan planificar cuándo serlo; y quienes no lo desean, que no mueran al abortar.

La doctora Mirta Iglesias coincide: “Acá nadie obliga a nadie. Pero además hay algo que para mí es muy importante, tanto detrás de la cuestión del aborto como de la anticoncepción, y es que los cuerpos de las mujeres siempre terminan siendo la bisagra, el órgano flexible sobre el que se desarrollan las políticas de los Estados”.

Ciencia sin Machismo en el CENPAT


“Te pago las pastillas anticonceptivas para que no te embaraces y no me atrases el laburo”, le dice un director de tesis a una becaria, durante su doctorado. Frases como ésta fueron recopiladas a principios de 2017, durante una convocatoria en Facebook que buscaba registrar y visibilizar las distintas situaciones de violencia machista que viven las Trabajadoras de Ciencia y Universidad. Este año, y tomando esa experiencia como antecedente, la colectiva Ciencia Sin Machismo (@MujeresCENPAT en Twitter) elaboró una encuesta sobre la misma temática, pero en un escenario local: el Centro Nacional Patagónico de Puerto Madryn.

Mujeres en la Ciencia

Según datos actuales de la UNESCO, nuestro país es uno de los que poseen mayor porcentaje de mujeres activas en ciencia, a nivel mundial. “Si bien esta información parece alentadora y se han hecho avances en relación a la igualdad de género en el ámbito científico, las mujeres están aún sub-representadas”, indican las trabajadoras del CCT CONICET CENPAT en un comunicado. “Esta desigualdad es una expresión más de violencia machista, entendida como aquella que se ejerce sobre la mujer, por serlo o sentirlo, en el marco de una relación desigual de poder. Afecta la vida, la libertad, la dignidad, la integridad física, psicológica, sexual, económica o patrimonial”, sostienen.
Soledad Leonardi, Virgina Ramallo y Florencia del Castillo son algunas de las integrantes de esta colectiva, que el pasado 11 de febrero (Día de la Mujer y la Niña en la Ciencia) lanzó la encuesta. “Hablamos de ser o sentirse mujer porque no hablamos netamente de un condicionante biológico al ser víctima de estas situaciones”, explica Ramallo. Y agrega, “La encuesta es muy breve, con pocas preguntas, como por ejemplo, ‘Alguna vez sentiste o fuiste testigo de alguna de las siguientes situaciones...?’ Y en ese enunciado hay más de veinte opciones que van desde lo que una asocia de manera inmediata con violencia machista, como ‘asalto sexual’, hasta cualquier otra situación que en el ámbito laboral, y específicamente en nuestro rubro del trabajo en ciencia, pueda afectar el trabajo de una mujer. Por ejemplo, que te restrinjan las tareas en el grupo por considerar que las de menor importancia son naturalmente parte de tu trabajo, como hacer el mate, que tengas que hacer el café siempre vos...

FdC: Preparar la comida o encargarte de llevarla a las reuniones…

SL: También la idea es un poco que nosotras nos demos cuenta de qué situaciones que quizá todas tenemos naturalizadas son actos de violencia: un comentario inapropiado, cómo te viniste vestida, que si estás embarazada, soltera, casada, te divorciaste... todas esas cosas que para todos son normales, pero que en realidad son micromachismos.

El armado del cuestionario, según nos cuenta del Castillo, puso varios supuestos en cuestión, ya que no todas las mujeres miran el feminismo de la misma forma. “Fue producto de un grado de discusión interna. Apuntamos a que esta encuesta nos lleve a más discusiones y que crezca como aprendizaje para las que estamos en esto y para los que no participan.”

Estado del arte

En febrero del año pasado, el colectivo de Trabajadoras de Ciencia y Universidad abrió una convocatoria en su página de Facebook para reunir frases y anécdotas en el ámbito científico y universitario de todo el país. Las historias, aún disponibles en la red social, dan cuenta, por ejemplo, de directoras de grupos de investigación que prefieren tener becarios varones porque "las mujeres son complicadas".  A partir de estos datos, desde Ciencia Sin Machismo comenzaron a dar forma al proyecto local. “Podemos tener datos de otros lugares, pero queremos saber qué pasa acá", plantean. “Que cuando nosotras digamos el 8 de marzo, que tal cantidad de mujeres del CENPAT sufrieron alguna situación de violencia se entienda que es algo que nos está pasando a nosotras, y que también nuestros compañeros varones se den cuenta de que es una situación que vivimos habitualmente”, resume Leonardi.

Géneros, Machismos y Millennials

¿Y qué pasa con esos compañeros varones que son aliados en esta lucha feminista?

VR: Primero se sorprenden. A mí me da como una mezcla de ternura, porque hay una diferencia generacional. Yo tengo 42 años y mis compañeros de grupo tienen 25. Entonces te encontrás con esto de la generación de los "millennials", que de verdad han crecido en un mundo distinto, ¡de verdad que ven las cosas de otra forma! Cuando les cuento que al día de hoy a mí, que tengo la edad de sus viejas, en la calle me dicen cosas y cito lo que me dicen, ¡se quedan pasmados! Les resulta absolutamente irreal que eso pueda suceder. Y eso te da una luz de aliento, porque las nuevas generaciones viven otro mundo, reproducen otro mundo, gestan otro mundo. Pero, a la vez, ellos no saben que esto pasa. Por eso me parece que es bueno encontrar aliados mostrándoles que esto sigue sucediendo. No es algo que pasó en otro siglo, o en otra parte del mundo. A lo mejor uno lo relaciona con otros estamentos de la sociedad, piensan "esto te puede pasar más... no sé, en la calle, no te puede pasar acá adentro en el CENPAT donde somos compañeros, donde nos reúne a todos una misma institución". No. Pasa igual, es transversal en todas partes.

Lo anónimo es colectivo

Según el último registro oficial, del año 2017, son ciento ochenta y seis las mujeres que trabajan en el CENPAT, lo cual incluye no solo a científicas, sino también a personal de otras áreas, como Administración o Mantenimiento e Higiene. En once días ya habían participaron ochenta y cuatro poco más del 45% del total, mayormente ubicadas en la franja etaria que va de los 30 a los 40 años. Y el contador sigue girando hasta el 7 de marzo. “Mucho más de las expectativas que teníamos”, apunta Del Castillo. “Pensábamos que no seríamos más de veinticinco. Para nosotras también es una sorpresa.”

¿Cuál es la idea para la presentación de los resultados?

SL: La idea es el 7 de marzo dejar todo preparado para que el 8, cuando vengan a trabajar nuestros compañeros, ya que nosotras adherimos al paro, estén presentados los resultados para después, a la semana siguiente, desarrollar algún tipo de actividad y discutirlas. Por eso estamos trabajando con los chicos de Comunicación.

El método científico inductivo plantea ir de lo particular a lo general. No estaría mal entonces observar aquí un fenómeno que va del testimonio personal a la conciencia colectiva. Ramallo nos cuenta: “Nosotras pedimos que no se den nombres, pero es bueno que se sepa quiénes son, por este ejercicio de la reflexión, que a nosotras nos toma mucho y que intuitivamente vamos haciendo. Porque primero es como un malestar lejano, una situación que te deja molesta incluso a nivel físico.  Entonces eso que empieza por una y que también es un proceso muy lento, creo que verlo tiene un peso distinto”, sostiene. Entonces, hace su aporte Del Castillo: “Incluso para nosotras que somos más grandes de edad y que hemos pasado ya por aquellas etapas de becarias, es bueno transmitir qué cosas dentro de la academia o del ámbito laboral son atravesadas por cuestiones de acoso, o de acoso y jerarquía, las dos cosas. Y está bueno transmitir que eso no es normal. Es bueno transmitir que alguien lo pensó y que los demás vean que hay un grupo de gente que piensa que eso no es normal.

La Dra. Virginia Ramallo es bioantropóloga. Trabaja sobre mestizaje en poblaciones humanas actuales y su relación con la incidencia de enfermedades complejas. Es investigadora adjunta del CONICET y trabaja en el  Instituto Patagónico de Ciencias Sociales y Humanas (IPCSH).

La Dra. Florencia del Castillo se especializa en antropología digital y también es investigadora adjunta del CONICET en el IPCSH.

La Dra. Soledad Leonardi es parasitóloga, investigadora asistente en el Instituto de Biología de Organismos Marinos (IBIOMAR).

Contacto: cienciasinmachismo@gmail.com Twitter: @MujeresCENPAT Intagram: @cienciasin