13 de marzo, 2017.
Palabras.
Palabras clave, malas palabras. Palabras con dobles intenciones. Palabras dulces. Palabras sin sentido. Palabras plenas.
Palabras que llenan silencios pero que en sí están vacías. Palabras fuertes, y hechos que nos dejan sin palabras.
Si la semana que pasó fuera una página web, veo en ella dos palabras con hipertexto que me llevan a otro término, que escucho y leo cada vez más: interpelarnos.
Interpelar, según la misógina autoridad que define palabras en español, que es la RAE, quiere decir “requerir, compeler o simplemente preguntar a alguien para que dé explicaciones sobre algo o para que cumpla una obligación”.
Interpelarme es, entonces, preguntarme algo a mí misma. Lo cual implica, primero, hacerme cargo de que tengo algo para explicar, o que me cabe una obligación… por qué no, una responsabilidad.
Feminismo conecta con mi historia, mueve el tablero de mis relaciones, mires el plano que mires: afectos, trabajo, cualquiera… cuando mi hijo me pregunta por qué decimos Ni Una Menos, en lugar de poner el arroba y dejar entrever que también nos oponemos a que asesinen hombres, le explico desde el principio. Visibilizar una lucha no es quitar legitimidad al resto. Me interpelo yo, cuando me interpela mi hijo y respondo que digo Ni Una Menos con la misma fuerza con la que digo y hago, en la medida en que mi cuerpo y mi cabeza se la bancan, también Ni Un Pibe Menos y No a la Mina. Decir es hacer.
Me interpelan / me interpelo todo el tiempo: si alguien rompe, incendia o patea, si hay videos que se viralizan… y la mayor de las incomodidades viene cuando se hace tan claro el binarismo. Bueno, malo. Blanco, negro. Parece que como periodista no solo debo tener las mejores preguntas a mano y en tiempo récord, sino también respuesta para todo.
Qué pasa si un día respondo que también yo me hago esa pregunta? O que todavía no encuentro respuestas que me convenzan? Te interpelo entonces yo a vos?
Escuché hace poco en una charla que todas las personas buscamos argumentos que respalden nuestra posición, nuestras ideas. Que nos juntamos con quienes adhieren a nuestros valores y maneras de pensar. Qué pasa cuando en esa búsqueda tu tribu no aparece? O es más chiquita de lo que esperabas? Juguemos con palabras, para jugar un rato, nomás. Palabras clave, en este hipertexto: binarismo, feminismo, diversidad. Mandatos.
Avalancha me lleva a Cromagnon. Lo público y lo privado. Estado y Organización. Dos palabras que en el contexto del último recital del Indio en Olavarría se vuelven a enredar como los cordones de aquellas zapatillas colgadas del tendal de Once. Las redes sociales, con sus verborragias catárticas y el hashtag de la urgencia, parecen ser hoy el parámetro supremo en las redacciones ajustadas de estos tiempos. ¿Parecen? En este mapa, Facebook y Twitter se empacharon de crónicas, lamentos, sorpresas y puteadas. Hasta que poco a poco fueron saliendo, interpelados, el intendente y su “desmadre total”, Telam con su fé de erratas que sería un “perdonen por desinformar”, el Indio con su “pescado podrido” y Macri que ahora se acuerda de las normas.
Palabras prolijas, pensadas, pronunciadas, leídas, filmadas y compartidas frente a una audiencia estupefacta que, en el mejor de los casos, después de un largo tiempo comprenderá que las palabras todo lo llenan, pero jamás alcanzan.
Buenos días. Esto es Hipertexto.